Una de las
películas que ha dirigido el conocido Guillermo del Toro ha sido El
Laberinto del Fauno, obra cinematográfica estrenada en el año
2006 y que trata de una niña protagonista que se muda junto con su
madre embarazada, al lugar donde se encuentra su padrastro, el
capitán Vidal, en el año 1944, cinco años después de la
finalización de la Guerra Civil en España. El capitán Vidal se
encarga de hacer frente a las tropas republicanas, que a pesar de la
victoria franquista, siguen luchando por una República en el país.
La niña, Ofelia, es amante de la lectura y un día se encuentra con
un bicho que hace que ella le persiga, convirtiéndose este insecto
en un hada, y la dirige hacia un bosque, donde conoce a un fauno.
Este fauno le dice a Ofelia que existe un mundo que tenía una
princesa que en su momento se escapó, y que es ella esa princesa
aunque esta no recuerde nada. Si quiere volver a esa princesa, volver
a ese mundo, tendrá que superar tres pruebas y así demostrar que no
es una mortal, como el resto de los humanos con los que vive.
Como bien
demuestra la historia de la película, esta se desarrolla en dos
universos, el real y el fantástico. Guillermo del Toro asegura que
cada vez sus películas tienen más influencias pictóricas que
cinematográficas y esta obra es una de ellas que lo demuestra.
Aparece una gran multitud de detalles referentes de obras con
multitud de años. Como por ejemplo, constantemente nos encontramos
con Saturno, el Dios romano, y la melancolía, el sentimiento tan
triste célebre de la Edad Media. No aparecen de manera directa, pero
sí de forma indirecta como ocurre con el nombre de la protagonista,
Ofelia, el cual procede de Hamlet, y los colores de sus
vestidos, amarillo y verde característicos de las vestimentas
isabelinas. Además de tener personajes como Ofelia, una niña
creativa, aventurera y desobediente, nos encontramos con el temible
Capitán Vidal, quien quiere tenerlo todo controlado, quien se
deshumaniza a sí mismo, llegando a interpretar a una máquina. Todo
esto por tener una cierta obsesión hacia los detalles.
“Además
de la relación intermedial con Hamlet,
en
El
laberinto del fauno
encontramos
motivos y símbolos típicos de la representación gráfica de la
melancolía comunes desde la Antigüedad, pasando por la Edad Media
y el Renacimiento, hasta la obra de Francisco de Goya y el
Simbolismo. También vemos a Saturno en todas sus variaciones, desde
el dios soberano de la Edad de Oro hasta el dios cruel devorador de
niños representado, entre otros, por Pedro Pablo Rubens y Goya”,
dice Maribel
Cedeño. De hecho, Guillermo del toro “señala
como cita puntual Saturno
devorando a sus hijos
en la escena de El hombre pálido devorando a las hadas, metáfora
del canibalismo y también de la angustia”,
cita Carmen Herrero.
En
cuanto a la melancolía podemos hablar de detalles como el dinero, el
puño, la cabeza apoyada, el libro y las llaves. Para representar a
la melancolía junto con Saturno y la geometría, se emplean los
elementos como la lechuza, el libro, el reloj de arena, la balanza,
la serpiente, las uvas, el compás, entre otros. Pero nos serviremos
de ejemplos en el siguiente párrafo para poder identificar algunos
de estos elementos y poder comprender lo que estamos tratando.
Hay
una secuencia en la que aparece Ofelia con unas llaves en la mano y
una bolsita pequeña. La referencia es el grabado en cobre de Durero,
en el que sale un ángel con un cinturón en el que cuelgan unas
llaves y una bolsa. Para el autor, las llaves indican poder y la
bolsa riqueza, y esto también forma parte de Saturno por ser
considerado “no
sólo protector del tesoro e inventor del dinero acuñado, sino
también soberano de la Edad de Oro o Saturnia”
en la Antigüedad, dice Maribel Cedeño. La melancolía aparece en
casos como en la bolsa, lo que hay en el interior de esta, tres
piedras de ámbar, las cuales tienen propiedades mágicas y
curativas.
Una
de las secuencias más importantes del largometraje es cuando Ofelia
se encuentra realizando una prueba. La protagonista está en una sala
donde hay una mesa llena de comida y un monstruo pálido, sin ojos y
con las dos manos apoyadas en la mesa. El fauno le advierte que si la
niña se deja caer por la comida e ingiere algún alimento, el
monstruo se despertará y será muy difícil de sobrevivir y de
superar la prueba. Sin embargo, hay elementos como las uvas que están
sobre la mesa y que captan la atención de Ofelia, quien se decanta
por coger una de ellas y comérsela. Directamente, recordamos a
Perséfone, quien por desobedecer y por caer en la tentación tuvo
que quedarse en el inframundo. También aparece la serpiente en esta
secuencia, lo que remata el pecado, el cual aparece en la conocida
Biblia. Tras comerse una uva, el hombre pálido se despierta y
empieza a levantar las manos, donde bajo estas se encuentran los ojos
que se coloca sobre los labios, y yendo hacia Ofelia se come dos de
las tres hadas que ayudan a la protagonista a cumplir sus misiones.
Es aquí donde hacemos referencia a la obra pictórica de Goya tan
conocida la cual recibe el nombre de Saturno
devorando a sus hijos,
como se ha citado anteriormente de manera breve.
Es
así cómo podemos percibir una gran cantidad de elementos
iconográficos que nos transmiten un significado, siempre y cuando se
tengan conocimientos de estos, de sus referentes. Estos elementos
pueden aparecer en cualquier obra, ya bien cinematográfica, como
pictórica, como musical, etcétera. A la hora de realizar algo, se
suele tener referencias de otros con el fin de generar algo con un
mayor significado o bien rindiendo homenaje a obras que admira el
director, como ocurre con Guillermo del Toro, quien asegura tener de
referencia obras pictóricas antes que las cinematográficas, quien
aprende de Goya y de incluso historias y/o leyendas, incluso de la
Antigüedad.
Enya.
Enya.
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